lunes, 21 de enero de 2013

Lo que siembras HOY…

Lo que siembras HOY
Muchos de nosotros tenemos objetivos para el futuro que no se alcanzan de un día para otro.
Son objetivos hacia los que caminamos cada día, poco a poco, invirtiendo tiempo y empeño. Quizás nos privamos de algún placer inmediato y tiramos de auto disciplina en esas ocasiones en las que flaquea la voluntad.
¿Vale la pena? ¿Es compatible el esfuerzo con saborear cada momento de la vida?
Por supuesto que sí. No hay nada que haga incompatible el disfrute de cada día con la lucha por conseguir nuestras metas.
Precisamente, porque esas metas le dan sentido a que nos levantemos cada mañana. Si no las tuviésemos, perderíamos un enorme aliciente.
La vida se disfruta más cuando se llena de verbos variados y al perseguir nuestros objetivos estamos ampliando esa lista.
Hay veces en las que no quisiéramos llenar el momento con verbos como: estudiar, madrugar, repasar, corregir, entrenar, etc. Pero sabemos que sólo esos verbos nos llevarán a otros que nos gustan más: ganar, progresar, triunfar… y CELEBRAR !!!
Si hacemos dos grandes grupos, los primeros verbos podemos agruparlos en SEMBRAR y, los segundos, en COSECHAR.
SIEMBRA y COSECHA
Ver que nuestro esfuerzo está dando frutos es una satisfacción enorme y nos motiva para seguir adelante con ése objetivo en particular y con otros nuevos.
Es una SIEMBRA DIARIA, constante, emocionante… Aunque vengan días duros y yermos, en los que tengamos la sensación de que la cosecha no llegará.
Asumimos el riesgo de sembrar cada día, sabiendo que, en el peor de los casos, quizás se malogre la futura cosecha u ocurra algo que nos haga perderla. Pero vale la pena el esfuerzo, porque éste hace más probable que lleguen esas ocasiones en las que recolectaremos abundantes y deliciosos frutos.
Los frutos son el éxito final, la consecución del objetivo a largo plazo. Sin embargo, a ese éxito se llega tras una cadena de minúsculos éxitos cotidianos, mucho más modestos, pero dignos de celebrarse desde el mismo instante de la siembra:
¿Qué he sembrado hoy? ¿Qué pasos he dado para conseguir lo que quiero?
Preguntándonos eso, al hacer el balance del día encontraremos verbos que lo enriquecen. Tanto verbos que se relacionan con el esfuerzo que hoy hemos realizado (siembra), como los que tienen que ver con los pequeños o microscópicos avances conseguidos (cosecha). Todos los verbos cuentan.
Y, cuando el balance del día no es del todo bueno, ahí está la oportunidad de mañana. Nunca es tarde para sembrar.

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